Juan Pablo Gatti
Los Balcanes siempre han generado fascinación. Para muchos fueron una frontera. Ivo Andric, uno de sus mejores escritores, jugó con esta idea en su magnífico 'Un puente sobre el Drina'. Los Balcanes representados como un puente entre Occidente y Oriente. A inicios del siglo XX, en los cafés elegantes de París o Londres, llamaron 'Macedonia' a un postre consistente en mezclar muchas frutas, pues esa era la imagen que tenían de esta región, donde guerrilleros serbios, albaneses, griegos o búlgaros se perseguían cruelmente.Los Balcanes no han sido fáciles de entender. Puede ser un puente, aunque también una gran fiesta. Puede ser la tierra dónde no te dejan pagar nada en un restaurante y te invitan a tomar el licor local, la rakia. Aunque también una tierra de gran brutalidad. Los mismos nazis se sorprendían con la crueldad de sus aliados croatas durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes, ordenados, querían matar mucho de forma metódica. Para los croatas era una gran venganza. En esta tierra, las viejas disputas siempre vuelven. Cuando en los años 80´ el sueño de una Yugoslavia unida se empezaba a romper, los estadios fueron los primeros escenarios en donde aparecieron las viejas banderas del pasado. Los viejos símbolos nacionalistas serbios y croatas. Jóvenes marchaban al estadio entonando lemas chetniks y croatas. El ciclo del odio volvía.En esta obra, Juan Pablo Gatti usa el fútbol para viajar a un país que ya no existe. No se puede entender Yugoslavia y a las diferentes Repúblicas nacidas de sus cenizas sin el deporte. Pocas regiones tienen una tradición deportiva así de grande, especialmente en deportes colectivos. Los eslavos son competitivos y sociales, por naturaleza. Y el fútbol formó parte del proceso de construcción del nuevo estado, enviando una delegación ya al Mundial del 1930. Fue un elemento para unir comunidades que no siempre se fiaban uno de los otros, aunque en los ’80 los estadios también fueron el escenario utilizado por extremistas para encontrar chicos perdidos listos para ir al frente. El fútbol no deja de ser un escenario más que nos cuenta la realidad de una región que transmite, de generación en generación, las viejas gestas de sus grandes futbolistas. En los Balcanes, un buen deportista es recordado como si fuese un héroe medieval.